Alejandro
respiraba con dificultad, con la barbilla apoyada sobre las palmas de sus manos
en señal de cansancio, tenía la mirada perdida y hablaba con la voz quebrada.
-
Supongo que no te creerás nada de lo que te cuento, y la verdad es que me da
igual si me crees o no. Me he pasado muchos años sin saber cómo contártelo,
porque es difícil explicar algo de lo que no tienes constancia, te hace
volverte loco poco a poco. Ves el odio que hay a tu alrededor y no sabes como
hacerle frente porque no hay nada de lo que arrepentirse, quieres contárselo a
alguien y no sabes como hacerlo porque piensas que puedes involucrarle en la
misma farsa de la que formas parte, o simplemente piensas que te van a tomar
por un chalado. Hasta hace unos minutos no sabía lo que hacer contigo, no
pensaba que te sirviese de nada mi experiencia; pero ahora creo que sí, que
aunque pienses que estoy delirando me gustaría que entendieses que no soy tan
fuerte como imaginas, y que no te lo confieso con la excusa del alcohol, sino
porque te quiero demasiado como para engañarte.