lunes, 31 de octubre de 2011

PASEN Y VEAN

     Ya se acerca noviembre, el invierno, el frío, la lluvia y todas esas cosas que nos producen melancolía, pero por si eso fuera poco para deprimirse, además tendremos que sufrir en nuestras carnes una nueva campaña electoral. Si ya cualquiera de nosotros se explaya con los demás hablando de tonterías, los políticos no se quedan atrás y en la misma proporción nos deleitan con su verbigracia y con sus ocurrencias. Digo lo del verbo y la gracia porque se suponen cualidades inherentes a todo buen orador, pero mucho me temo que por estos lares andemos escasos de tales atributos y estemos más cercanos de lo esperpéntico y de lo ridículo. Nuestro muy añorado cineasta García Berlanga, que tan bien retrató a través de sus películas la España del siglo XX, poco tendría que hacer con estos mimbres y con estos políticos de perfil plano, con especial mención a personajes tan rancios como el señor José María Aznar, González Pons y otros advenedizos en lo ridículo como Rosa Díez y Durán i Lleida. Sólo espero que nuestros gobernantes se prodiguen lo menos posible en sus apariciones públicas y que la campaña electoral dure lo estrictamente necesario. Y entretanto, pasen y vean.

lunes, 24 de octubre de 2011

CULTURA DE PAZ

     No creo en la paz como un hecho cultural o una ideología, tampoco creo en la cultura de la guerra como algo reconocible y cultural. Cierto es que desde Nietzsche han proliferado pensamientos tales como que estamos inmersos en un mundo en guerra o que la paz sólo es el camino para llegar de nuevo a la guerra. Más allá de consideraciones sobre la literalidad de esas palabras y sobre los ámbitos a los que se refiere, ya sea el pensamiento, la filosofía, la moral, la sociedad o el estado, y pudiendo hacer paralelismos con otros ámbitos de la vida como lo económico o lo deportivo, vengo a reclamar de nuevo la atención sobre la necesidad de fomentar comportamientos pacíficos en nuestro entorno más inmediato. Como dice mi admirado Manuel Delgado: “yo soy pacífico, que no pacifista”, pensamiento del que me gusta apropiarme y del que acostumbro a hacer buen uso en mi vida privada procurando no involucrarme en más líos de los necesarios. Otra cosa es que frente a la injusticia, tal y como apunto en la contraportada de un pequeño relato que hice hace algún tiempo y que se llama “El Testamento”, todo autor está obligado a realizar una declaración de guerra frente a ella. De nada nos sirve mantener una posición pasiva y resignada frente a la violencia, las desigualdades o la pobreza.
            Recientemente he leído la noticia de que la banda terrorista ETA abandona definitivamente la actividad armada y es algo de lo que se puede alegrar toda la sociedad española, rencillas aparte, de hecho es un triunfo de todos, dado que cada uno tenemos nuestra responsabilidad en promover que se resuelvan los conflictos de una forma pacífica y civilizada. La violencia nunca está justificada y es un fracaso de toda la sociedad, venga de donde venga, en la educación de nuestros hijos, en la convivencia con nuestra pareja, en nuestra relación con los demás, en los conflictos internos o externos de un país, en la represión de voluntades, en el sometimiento o en la liberación de un territorio, y en todas aquellas intervenciones que degeneran en violencia. Nunca está justificada y es un fracaso de toda la comunidad, ya sea de países, de territorios o de personas. Además hay que exigir mayores esfuerzos, a nuestros gobernantes y a nosotros mismos, y no podemos permanecer indiferentes cuando esta se produce.
            Por suerte o por desgracia, lo de mantener la ilusión de un mundo en guerra ya no es viable ni para la más calenturienta de las mentes, porque el desarrollo de la tecnología nos hace  vulnerables a nuestra propia violencia. Cada día son más factibles herramientas de destrucción masiva y a un menor coste, así que es imposible cerrar todas las puertas y retener todos los medios entre las personas que supuestamente se consideran “responsables”. Así que confiemos en que lleguemos a tiempo de organizar una convivencia pacífica entre todos, y mientras tanto alegrémonos de estar cada vez más cerca de la paz.

martes, 18 de octubre de 2011

FRAGMENTOS-TRANSICIÓN A LA NADA2

- Yo reivindico los espacios de transición, porque no tengo fronteras y no quiero tenerlas; yo soy muchas cosas y a la vez ninguna, soy complicado y difuso, necesito expandirme y en ciertas ocasiones reducirme a la nada, encogerme y morir. Quiero espacios de transición para poder recomponer los pedazos que queden de mí en los malos momentos, y así poder reencontrarme conmigo mismo en los demás, porque ellos reflejan todo lo que soy y porque poseen parte de mi ser.

            Este fragmento de un relato corto, que escribí hace mucho tiempo, refleja algunos aspectos de mi percepción sobre la libertad y el amor.

domingo, 16 de octubre de 2011

15 - O


Este sábado no pude acudir a la convocatoria de movilización y me hubiera gustado ir. No sé si me siento representado por la mayoría, pero sí entiendo que hay que moverse para evitar que esta sociedad se siga degradando. Bajo mis premisas y junto con las de muchos, adelante.

domingo, 9 de octubre de 2011

LÍMITES

            No, no me gustan los límites, y nunca me han gustado. Una vez me hicieron un test de inteligencia y me lo tomé a pitorreo, porque no me gusta perder el tiempo ni creo en fronteras absurdas. El resultado fue clarificador, saqué un coeficiente bajísimo y por lo tanto puedo considerarme como un auténtico “tonto”, menos mal que por entonces tenía un expediente brillante y el incidente pasó desapercibido, tanto para el personal académico como para mí, pues no me dejó ninguna secuela psicológica.
Anécdotas aparte, he de insistir en que no me gustan los límites, ni las prohibiciones, aunque puedo entender que se pongan para establecer pautas de comportamiento, que en la práctica pueden y deben ser modificadas, tanto en lo moral, como en lo económico y en lo social. Yo siempre digo que soy un ser amoral, pero no porque no sepa distinguir el bien del mal, sino todo lo contrario, porque se supone que estoy capacitado para obrar según mi propia conciencia sin seguir ninguna moral dominante. En lo social idem de idem, suelo definirme como un ser asocial al que le gusta dejarse querer de cuando en cuando, así que no esperéis nada bueno de mí, ni ninguna enseñanza de provecho, yo siempre “iré a mi aire”.
Todo este preámbulo viene a colación de un nuevo límite que amenaza con convertirse en el nuevo dogma de fe de esta sociedad insulsa e hiperventilada. Es el cuatro por cien de déficit público, que para el que sea ajeno a esta cuestión, mencionarle que este límite viene exigido por ciertos sectores económicos y políticos para contrarrestar la grave crisis de deuda que tienen los Estados, o que dicen que tienen las ya famosas agencias de calificación. Incluso hay algún iluminado que quiere fijar esa cifra en la Constitución como garantía de austeridad. En fin, que puedo entender que se establezca un límite como pauta de sostenibilidad, pero en ningún caso puede convertirse en un obstáculo de políticas sociales o de políticas anticíclicas; porque si la cuestión es poner límites por poner, a mí se me ocurren otros igualmente necesarios, como son los de limitar los beneficios empresariales que no se reinviertan en la propia empresa, la proliferación de la economía sumergida, la evasión de capitales y el crecimiento desmesurado de sectores concretos, muy especialmente de sectores como el financiero y el de la construcción que repercuten gravemente en la economía futura generando una reducción de ingresos y limitaciones sobre el PIB.
Voy a poner un ejemplo cercano de cómo este crecimiento desmedido de algunos sectores ha contribuido al exceso de déficit actual, aunque parezca obvio. En el caso del sector financiero, poco se puede añadir a lo mucho que se ha dicho sobre el origen de esta crisis, porque cuando las cosas iban bien, y se concedían créditos a diestro y siniestro, la economía financiera tiraba del crecimiento aún a sabiendas de que podía generar un sobreendeudamiento futuro, de familias, entidades y empresas, ¿por qué no se limitó también ese crecimiento para evitar que la actividad económica cayera en picado? En el sector de la construcción más de lo mismo, se estima que en el boom de la construcción la contribución de este sector al PIB en España era cercana al 30%, con una repercusión en el empleo de unas dos personas ocupadas por vivienda construida, tanto de forma directa como de forma indirecta, por lo que si realizaban aproximadamente unas ochocientas mil viviendas al año teníamos trabajando en el sector a un millón y medio de personas. Recordar que en el entorno europeo un crecimiento razonable del sector puede estar sobre el 7%, y que el número de viviendas nuevas a crear tienen que ser acordes con las expectativas demográficas, pues bueno, aquí se saltaron todos esos límites y como consecuencia tenemos una contribución negativa al PIB y cerca de un millón y medio de parados más en el sector que se tienen que reciclar porque la construcción está prácticamente muerta, ¿por qué no se limitó también ese crecimiento en la época de bonanza y ahora no tendríamos un déficit tan abultado?
   La economía es cíclica y los excesos se pagan, podemos creer que el período de Aznar fue maravilloso y que la economía funcionaba estupendamente, pero si se analizan los desequilibrios de esos sectores y los efectos diferidos de ese crecimiento desproporcionado, podemos concluir que fue un anticipo de una crisis que tenía que llegar. En cuanto a la austeridad que tanto predican sus correligionarios, pues me río yo de ella, porque podían malgastar todo lo que quisieran que aún podían mantener superávit en las cuentas públicas.
En el exterior, había otros ejemplos de aparente buen gobierno pero de igual crecimiento desmesurado, a los que se ponía como modelo, véase el caso de Irlanda, de Islandia, etc, etc. Entonces las agencias de calificación no decían nada, ni los políticos, ni los economistas, al igual que con el crecimiento exagerado de algunas entidades financieras, supongo que mirarían para otro lado a expensas de beneficiarse también del pastel. Supongo que tampoco dirán mucha cosa de otras economías emergentes que están creciendo extraordinariamente a costa de sobreexplotar determinados sectores de la actividad económica y que ya amenazan con un serio recalentamiento, supongo que ahora sólo verán beneficios y oportunidades de negocio, pero sí nos fijamos bien ya podemos vislumbrar los excesos del futuro. Entonces, ¿habría que limitar ese crecimiento para evitar un nuevo deterioro de las cuentas públicas?, pues no lo sé, yo no soy quién para establecer esos límites, de hecho ya he reconocido sobradamente que no me gustan los límites, en todo caso me gustaría que se fijaran unas pautas de sostenibilidad en las economías que evitaran males mayores.

lunes, 3 de octubre de 2011

REFLEXIÓN Y SOSIEGO

            He de reconocer que me gusta pensar y que disfruto con ello. Algunas veces acierto con el tema y otras muchas veces se me va la cabeza hacia aspectos inútiles o tonterías. Sea como fuere me gusta hacerlo siempre con serenidad, porque entiendo que sin esa serenidad es imposible avanzar coherentemente hacia algún razonamiento interesante. Estamos demasiado acostumbrados a ir con prisas, a discutir a voces y a condensar nuestro pensamiento en cuatro o cinco frases ocurrentes. Nada más alejado de la reflexión y del espíritu crítico.
Cuando creé este blog me propuse varios objetivos, algunos los he conseguido y otros no, pero el principal era crear un espacio en el que pudiera compartir y estimular la reflexión y la crítica colectiva, elementos sin los cuales es imposible avanzar con sentido hacia la definición de lo que queremos ser, ni tampoco sentirnos satisfechos con los caminos que realmente elegimos cada día. Por eso me molesta profundamente que me alteren, que se exciten a mi alrededor cuando pretendo entablar una conversación medianamente constructiva, o cuando escucho una tertulia aparentemente seria repleta de gritos y de insultos. A veces lo reconozco en público y ahora mismo no tengo ningún problema en hacerlo, yo no escucho ni La Cope, ni veo Intereconomía, ni leo el ABC, ni otros tantos medios igualmente exaltados, por varias razones, primero porque no me interesa lo que dicen, segundo porque se supone que tengo buen gusto, y tercero, y la principal razón, porque valoro en demasía mi precaria salud mental. Y es que no estoy dispuesto a que me alteren so pretexto de que se acaba el mundo o de que se hunde el país por culpa de los rojos. Y es que para el que desconozca el percal, lo digo por aquellos que entran al blog desde países europeos como Alemania, Francia o Rusia, o desde países norte-americanos como los EE.UU, los citados medios de comunicación vendrían a representar a los sectores más conservadores del país y no les importa soliviantar al personal con tal de conseguir sus objetivos. En fin, supongo que habrá paralelismos con muchos otros países y tampoco me voy a entretener demasiado concediéndoles un protagonismo que ni tienen ni merecen.
Lo cierto es que disfruto del pensamiento y del sosiego, sobretodo del que me proporcionan las reflexiones de las personas que más admiro. Para mí ha sido todo un descubrimiento encontrar blogs en los que poder aprender de experiencias personales y de razonamientos calmados, aspectos que no tienen cabida en unos medios de comunicación cada vez más politizados y vacíos de contenido, pero que sí son posibles en espacios libres y atemporales como internet. Quizás con el tiempo puedan extenderse y convertirse también en referente de mucha más gente, y si no es así, tranquilidad, mucha tranquilidad.