viernes, 25 de febrero de 2022
martes, 3 de noviembre de 2020
DEPREDADORES DE ENERGÍA
Nosotros como parte del Universo también
somos depredadores, y como especie nos alimentamos y respiramos, y como estamos
hechos de una base de carbono, interaccionamos con la atmósfera que
nos rodea y nos oxidamos fácilmente en un intercambio energético constante. Y
es a raíz de este razonamiento y de una definición extraída de internet que
define el proceso: “La respiración aeróbica es un tipo de metabolismo
energético en el que los seres vivos extraen energía de moléculas
orgánicas como la glucosa, por un proceso complejo en donde el carbono queda
oxidado y en el que el aire es el oxidante empleado”; cuando me pongo a
establecer paralelismos con otros procesos energéticos ligados a la medicina. El
cáncer, la artritis, e incluso el coronavirus, anclan sus progresos en un
intercambio energético favorecido por la oxidación celular. Un mecanismo que
sólo puede ser contrarrestado a través de mecanismos antioxidantes y que se van
perdiendo con la edad. Luego sólo podemos confiarnos a los cortafuegos en forma
de medicamentos que impiden la conexión con las proteínas de las células y a remedios varios que interaccionan con los virus y otras estructuras
oxidantes.
Sea como fuere vuelvo a la idea
inicial, todos somos depredadores de energía, y en mayor o menor medida, consumimos
más recursos en función de nuestras necesidades vitales, y parece que no nos importe nada
a nuestro alrededor para conseguirlo, por lo que es paradójico pensar que a nivel
energético hay estructuras tan ínfimas como un coronavirus que nos roba parte
de nuestra energía por el simple hecho de mantener su efímera supervivencia.
sábado, 6 de junio de 2020
jueves, 9 de abril de 2020
ENTRE LÓGICAS Y CERTEZAS
sábado, 16 de febrero de 2019
NOTORIEDAD
Txantxu, cantautor y músico reconocido, lo conocí por casualidad en una de sus múltiples facetas, y le faltó tiempo para regalarme un ejemplar de su último disco “Nómadas”. Espléndido repertorio de canciones que ha de tener su recorrido en el panorama musical español por su calidad y por la intensidad de sus directos. Yo quedé en regalarle un ejemplar de “El Penefactor”, y por circunstancias de la vida le perdí la pista en uno de sus traslados a Madrid. Ni siquiera tuve tiempo de torturarle con la lectura de mi “inconmensurable obra” y tampoco tuve la oportunidad de reconocerle la valentía de creer en sí mismo. Espero que le vaya bien en todos sus proyectos.
Ambos ejemplos de perseverancia me invitan a reflexionar, o a protestar enérgicamente por los obstáculos que encuentra la creación artística en esta supuesta sociedad del “conocimiento”, por esa absurda notoriedad de ciertos fenómenos mediáticos actuales en detrimento de perspectivas culturales más amplias, Y en ese sentido evito dar nombres para no contribuir a la espesa niebla de bobadas que alumbra el panorama político mundial y la creación artística en particular, porque a este paso, sin ninguna duda, en unos años todos tontos, y por supuesto, sin el menor esfuerzo.